4.25.2006

ironías

- Enterarme de que colombia estaba en Bs. As. porque lo encontré en línea el domingo a las 12 de la noche. Había llegado en la mañana.
- Mexicana en el trabajo: "Ya estoy harta de que al llamar ustedes argentinos me traten mal. - Señora yo soy peruano. - ¿Peruano? ah, bueno, PEOR."
- Que alguien muy especial me diga: "(sos) tan inteligente que a veces por esa razón armás unos quilombos infernales."
- Otro muy especial: "No sé si inteligente, sí un impulsivo de mierda, y esos impulsos te hacen hacer cosas que nadie jamás haría. Esa es la diferencia."
- Que mi vieja termine un mail así: "mamá que te quiere mucho, nos vemos pronto por lo visto".
- Que una vez más tenga que re-re-re-re-re plantear mi vida y mi lugar y todo.
- Que cuando uso el hotmail, muchos de mis correos terminen firmados con: "MSN Amor busca tu ½ naranja".

4.20.2006

Oda

Les pido que paren de salir, de aparecer de la nada en todas partes.
¿Es algo raro sabes?, porque nunca se repiten.
Porque inclusive en Estados Unidos yo estaba acostumbrado a ver la gente pasar a todas partes, saliendo y entrando una y otra vez, y no se me movía nada.
En Perú también, con la diferencia que ahí se enterraba la cabeza en el piso para ahorrarse situaciones desagradables de todo tipo.
Pero cuando estas acá todo es distinto.
Salen en hordas del subte, sobre todo de la línea D.
En manadas me torturan, camino al trabajo, en todas las estaciones.
Locación: Estación Bulnes a cualquier hora, pero especialmente después de las 17.
Me las pagarán.
Me tomo el 152, viernes cualquiera a la noche saliendo del trabajo. Me quiero levantar a casi todos.
Camino por Diagonal Norte, 18:40. Me quiero levantar a casi todos.
Voy por Alem, salida de oficinas, ídem.
¿Ya dije que es una tortura?
Igual, me banco todo, me banco los olores a bola que un blogger odia, las viejas feas y a los niños de mierda.
Ver ganado argentino, y repito v-e-r-l-o (y a veces comerlo), no tiene precio.
Gracias Buenos Aires.

4.18.2006

Austria y yo


Eston son mis roommates. Un par de austriacos medio locos, pero buenísima onda.
Ya les contaré.

4.11.2006

Fin de Semana

Empezó así:


Me hace recordar a una amenaza que le hice a Willito hace unos meses. Muy parecida.
Listo, Karen venía, y yo tenía que recuperarme completamente de la gripe aniquiladora.
Ambos cumplimos.
A esta muchacha la conozco desde hace muchos años; es la novia del mejor amigo de mi hermano mayor. Es una peruana como pocas, porque aparte de ser muy linda y limeña es buenísima onda, cero antipática, osea todo lo contrario a unas cuñadas que conozco por ahí. Ahora es tripulante en Lan y de vez en cuando viene por acá.
Jueves:
La llamé por la tarde y quedamos en ir a Club 69 en la noche. Pasaba por su hotel después del trabajo, a la 1 y algo. Cuando ya había subido al cuarto, vimos que no teníamos lo indispensable para abrir un vinito, osea que se llamó a la helpdesk. Reproducción de la conversa:
K."Hola, como estás, necesito que me subas un abridor de vinos por favor."
HD. "Sí, como no. Señorita, una pregunta, ¿el joven que subió va a pasar la noche con usted?"
K. "Señor, es mi primo. Estaré esperando por el abridor, gracias."
El teléfono se cuelga sin oportunidad de réplica.
Hablamos mucho, nos cagamos de risa de todo como siempre, me contó las últimas, le conté mis planes futuros, y nos fuimos a Niceto.
Karen se moría de ganas de ir, porque hace unos meses su novio, mi otro hermano y más amigos vinieron para un concierto y unas de las paradas recomendadas por mi fue Niceto, y obvio, les gustó mucho. Y hablaron mucho en Perú sobre el tal Niceto, y estoy seguro que los amigos de mi hermano pensaban que se hablaba de una persona. Sí, así de infra son.
Karen no sabía nada sobre algunas cosas mías, y bueno, fiel a mi tradición se lo conté en un lugar público. Siempre lo hago cuando estoy medio en pedo y en fiestas. Mi mejor amigo fue la única excepción. Bueno, le conté todo, se cagó de la risa y ahora nos amamos mil millones de veces más.
Creo que a pesar de pasarla tan bien toda la noche, fue un problema salir con ella. Toda la puta noche se la quisieron levantar, le metieron mano, le dijeron cosas. Ella se cagaba de risa, y calentaba todo lo que podía al macho porteño. Igual, la tuve que cuidar, y me tuve que bancar a que todo el mundo sólo la mirara a ella. Terminamos con muchos tragos de más, Karen hablando más de la cuenta y yo hablando muchas tonterías más de la cuenta... o me pongo muy tontín, o me pongo muy insoportable, antipático. Ese día me puse pesado al extremo, pero al final pesado y todo se invirtieron los papeles: yo era el del levante. Ahora era ella quien no me dejaba escuchar la charlatanería porteña. Je.
Y así terminó la noche, con los dos huyéndole a la luz del sol, sintiéndonos muy desubicados y a la vez recobrando la cordura al sentir que la claridad nos bombardeaba la cabeza.
Viernes
Muy autodestructivos nos fuimos a almorzar a Mac. Lo más grande, lo más grasoso, lo único que nos podría apagar el dragón. Luego la llevé a conocer mi nuevo barrio, y luego de quedarse maravillada con el Soho nos tomamos un café, yo me fui a ser explotado y quedamos en vernos más tarde para una fiesta con la tropa.
Pablo. "Boludo pero el jueves no se salía, ¡hoy tenemos Brandon!".
Running. "Dónde nos encontramos, soy joven aún".
Listo, tipo 1 en Wernerland. Ahí estaban Andy, Pato, Pablo, Repa y un amigo inglés de Andy.

Cortesía de Andy

Les presenté a mi belleza latina, Andy me lo agradeció y nos fuimos a bailar. Llegamos, vimos a Mati y a un señor con clase y al rato el opening act, groncho algo (¿alguien se acuerda el nombre?) y en eso lo impensable pasó:
"Cuidado, mira bien a todos lados, a veces la gente se porta mal, muy mal". Sí, Nubeluz a full. Para todos los chicos latinoamericanos de mi edad y sobre todo para los peruanos, las dalinas son algo muy importante, definieron nuestra infancia. Cantamos a morir, todo el mundo nos miraba muy raro, como diciendo efectivamente, "cuidado".
Bueno, nos cagamos de risa, bailamos mucho y para variar conocí lo que siempre me toca conocer, osea el chico perfecto pero con novio y relación de 5 años. Esta vez no me tocó chico de otra ciudad.
Karen y yo nos fuimos a dormir, los chicos a la Costanera a ver el amanecer. Yo estaba hecho teta, como dicen aquí, y por eso preferí irme a mi cama.
Sábado y Domingo
Llegó colombia, muy director él, y aprovechamos para pasar la noche y el día juntos, con música y ceviches. Esta huevada de no vivir en el mismo lugar...
Y bueno, así terminó mi fin, viendo como mi país siempre termina eligiendo a la peor opción, con mucha autodestrucción fanática, como todo siempre.
Y así, que vengan otros findes, porque este estuvo 10 puntos.


4.10.2006

Reflexión

Mientras me recupero del fin de semana, queriendo irme a dormir pero teniendo 4 horas más de responderle a cubanos y mexicanos analfabetos sobre sus vaios y routers supersónicos (como decía mi abuela: Dios le da barba a quien no tiene quijada), estoy viendo, o mejor dicho, enfermándome cada vez más con los resultados de las elecciones peruanas.
Encontré este artículo, de un escritor peruano cuyo estilo (él no) me gusta mucho (listo, lo dije). Aunque no es muy ético colgarse de artículos, este resume fielmente todo lo que pienso en este momento y prefieriendo dedicar mi tiempo a escribir sobre posiblemente uno de los mejores fines de semana que he pasado en muchísimo tiempo.
Ahí les va:

La Perpetua Agonía:
Por Jaime Bayly, tomado de la edición del lunes 10 de abril del Diario Correo

Los nacionalistas dicen que aman al Perú. Yo no amo al Perú. Me encantaría, pero no puedo. El Perú son millones de personas. No puedo amar a tanta gente. No soy tan amoroso. No me alcanza el amor. No puedo amar a gente que no conozco. Ni siquiera puedo amar a mucha gente que conozco. Si no consigo amar a mis padres, no sé cómo podría amar a todos los peruanos. Es demasiado. Yo amo a mis hijas, pero no al Perú. No puedo amar a tanta gente. No puedo amar a un país entero. (Ribeyro escribió: "El verdadero amor, en la medida en que excluya toda reciprocidad y recompensa, sólo se da en la vía consanguínea. Todo el resto es desvarío, ilusión o accidente"). Yo no soy nacionalista. No quiero más al país en que nací por decisión de mis padres, que a otros países que conocí en ejercicio de mi libertad. Se quiere a los países en los que se ha sido feliz. Se quiere a los países que uno admira, a los que uno agradece ciertas cosas, en los que uno se siente cómodo de estar en mayoría o, más importante aún, de estar en minoría. Yo admiro más a otros países que al país en que nací. He sido más feliz en otros países (Estados Unidos, Argentina, España) que en el Perú. Pero tampoco creo que sea exacto decir que amo a esos países, a ningún país. Los países son abstracciones colectivas y yo sólo puedo amar a personas, a individuos. Nací en el Perú por obra del azar. Nadie elige a sus padres ni al país en que nació. Son accidentes benignos o perniciosos o inocuos. Nadie está obligado a amar al pedazo de territorio en que nació. Nadie está obligado a encontrarlo bello o sobrecogedor sólo porque allí fue parido y fue al colegio. El Perú no me parece un país particularmente admirable o glorioso. Me parece un país extraño, inexplicable, aturdido, violento, confuso, autodestructivo. Tampoco creo que sea el país más lindo del mundo, ni su bandera la más vistosa, ni su himno el más conmovedor, ni sus héroes los más heroicos, como me enseñaron en el colegio. Conozco países más lindos y admirables que el Perú. No veo por qué tendría que negarlo sólo porque nací en el Perú. Nadie tiene por qué asociar su destino personal al destino del país en que nació. Si ese país es violento, irracional, autodestructivo, y la mayor parte de sus habitantes ignoran o repudian las formas civilizadas de convivencia, y se condenan por eso a un destino triste, bárbaro, miserable, no parece justo convertirse en rehén o compañero de ruta de esas personas confundidas, someterse a sus designios y renunciar al sueño personal de vivir con toda la libertad que sea posible. El destino del Perú no es mi destino. El destino de ningún país es mi destino. Quiero que al país en que nací le vaya bien. No depende de mí, sin embargo. Yo sólo tengo el poder, si acaso, de que a mí me vaya bien o mal. Ni siquiera tengo el poder de que a las personas que más amo les vaya bien o mal. Puedo guiarlas, ayudarlas, aconsejarlas, pero dependerá finalmente de ellas que les vaya bien o mal (y sospecho que les irá mejor si ignoran mis consejos). El destino de una persona puede que sea, con suerte, la suma de sus decisiones individuales, el ejercicio -inteligente o estúpido, valeroso o cobarde, laborioso o pusilánime- de su libertad. Del mismo modo, el destino de un país puede que sea la suma de las decisiones colectivas de cada uno de los individuos que lo componen. Si la mayor parte de esas personas deciden mal, repetida y sistemáticamente mal, y por consiguiente hunden a su país en un destino aciago, sólo caben dos opciones para escapar de las seguras miserias que vendrán y torcer esa suerte malhadada: cambiar el modo en que piensan y deciden esas personas o cambiar de país. Yo sólo puedo hacer lo segundo. Lo otro sobrepasa mis fuerzas. Espero que al país en que nací le vaya bien. Pero si le va mal, o si incluso le va peor de lo mal que ya le iba, no estoy dispuesto a que a mí también me vaya mal por puro patriotismo, por hacer míos los errores de muchos otros y acompañarlos lealmente hasta el final. Porque, además, los países, a diferencia de las personas, siempre pueden estar peor. Las personas, no: llega un momento en que la decadencia progresiva de su salud acaba con sus vidas. Los países, en cambio, nunca se mueren. Algunos eligen ser saludables, prosperar, aprender de los más sabios y fuertes; otros, como el país en que nací, suelen elegir, por misteriosas razones, el camino del sufrimiento, la decadencia y la perpetua agonía. Y, ya se sabe, nunca se mueren, siempre pueden estar peor. Mi patria no es el lugar en que nací. Mi patria son mis hijas, mis amores, los libros que me iluminaron, las películas que me conmovieron, cada lugar en que fui fugaz e inesperadamente feliz, cada circunstancia que afirmó mi libertad personal y me hizo ser quien ahora soy. Mi patria son muchas pequeñas patrias y están diseminadas en muchos lugares distintos en los que no me siento un extranjero. (Javier Cercas lo dice bien en Soldados de Salamina, esa espléndida novela: "En cuanto a la patria, bueno, la patria no se sabe bien lo que es, o es simplemente una excusa de la pillería o de la pereza"). Yo no soy un patriota ni aspiro a serlo. No soy un nacionalista y odiaría serlo. Soy o quiero ser un hombre libre. Y así quiero vivir y morir, aunque no sea en el Perú.

4.04.2006

cambios

sí, se vienen muchos cambios.
grandes.
mi blog ya está muy pedorro, según yo.
necesito cambios.
running

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