Time of our Lives

Guerra declarada. Y no soy de los que pierde.
En los conflictos armados hay dos bandos: el de los malos, y el de los más malos.
Obviamente yo estoy en el segundo.
Maldita su hora, viejo de mierda. La adiposidad de su cuerpo está asfixiando su ya escasa capacidad de apreciación. O será su limitación y la de sus anormales subordinados para poder siquiera distinguir en que yo no vine aquí por favor, ni porque me moría de hambre, como todos ustedes, jíbaros de mierda.
Maldita la hora en que su ineptitud hizo que leyera esa ventana en la que despotricaba contra mí, anormal. Lo lamentará.
Lo perdono por sentir todas esas cosas contra mí, le soy sincero, pero una cosa es perdonar y otra muy distinta olvidar.
Qué cojudo fui, con toda la buena onda que le puse, tratando de ganármelos, resentidos sociales.
Hace tres meses que me había olvidado de ser el chico migraña. Hace más de cinco años que no leía cartitas ridículas blasfemando contra mí. Hoy regresaron, yo ya había enterrado a mis muertos.
Ya destruí alguna gente antes, hace algún tiempo, y no sé si tengo ganas de hacerlo de nuevo.
Estas muestras de hipocresía de pueblo del tercer mundo están haciendo despertar a ese demonio guerrero que tanto trabajo me costó domar.
A huge bomb is coming, so look after you.